Los cumpleaños de mi vida (Proyecto Julio)

Desde que tengo memoria, cada cumpleaños que pase en aquel lugar siempre fue igual. Encerrada en cuatro paredes pintadas de gris, con algunos dibujos hechos a mano, con gises de colores hechos por las tantas niñas que han cruzado por ese lugar.

La madre superiora solía decir que todo lo que recibíamos aquel día al que llamaban nuestros “cumpleaños” era una bendición del Creador, y yo no digo que no, pero siempre desee algo más que solo ropa y zapatos que las niñas más grandes ya no usaban.

Cuando cumplí 12 años estaba convencida de que jamás saldría de aquel lugar, que tendría que acostumbrarme a llamarlo a hogar, ya que todas las parejas que llegaban buscaban una criatura, muy pocas veces se llevaban una niña mayor como yo, no perdía las esperanzas de poder irme, hasta que fui la única niña de 12 años que quedaba en aquel maldito lugar al que la madre superiora me obligaba a llamarle hogar. Pero cómo creer que eso fuera un hogar si nos trataban como a sus esclavas.

Sabía leer y escribir pues recibí una buena educación, y aunque la pequeña biblioteca del orfanato era nefasta solía devorar los libros, uno a uno, imaginándome que podría estar, por ejemplo, junto a “Alicia, en el país de las maravillas” o con Paulo Coelho en alguno de los tantos pasajes de sus libros, aprendiendo las “grandes tradiciones del Sol y la Luna”. En fin, solía pasar horas encerrada en un dormitorio que compartía con 39 niñas mas, mientras ellas solían jugar en el patio o estar en “entrevistas” con las distintas parejas que de vez en cuando acudían.

Cuando cumplí 16 años, la Madre superiora me cito en su despacho, Sor María decía que era algo importante, algo que podría cambiar mi vida. Que mal estaba la hermana María, no utilizo las palabras adecuadas, aquello que la madre superiora quería decirme no solo podría, sino que cambiaria el resto de mi vida. Llegue a su despacho alrededor de las 10am

- Pasa Malinaly, necesitamos hablar, siéntate por favor

- Dígame madre, ¿hice algo mal? – cada vez que la madre superiora me citaba en su despacho era para reprenderme, suponía que esta era la causa de todo aquello, sin embargo no sabía que podía ser.

- No Mali, hoy cumples 16 años, a partir de mañana tu ya no puedes permanecer ni un solo día mas aquí,

- Pero…

- ¡¡¡No me interrumpas Malinaly!!! He dicho que ya no puedes estar aquí, es necesario que recojas tus cosas y vallas a esta dirección, estará una persona esperándote, han esperado por ti muchos años, y ahora que te han encontrado no te dejaran marchar. Malinaly, tienes que saber, hace 16 años tu madre vino a dejarte, no podía tenerte, sus padres la habían echado de su casa, siempre supuso que te habían adoptado y se ha dedicado a buscarte sin sospechar siquiera que habías permanecido aquí. Ahora tienes que marcharte Malinaly.

- No madre superiora por favor, no me corra, no me mande con personas que no conozco

- Niña, ¿qué no has entendido nada? Ellos son tu familia, tu madre se ha casado con un hombre muy bueno, y así como recupero, poco a poco, todo lo que le fue arrebatado; así quiere recuperarte a ti

- ¿Cómo puede llamarse mi madre si me abandono?

- Fueron las circunstancias Mali, tienes que escucharla, no fue fácil, ella también era una niña. ¿Còmo iba a criar una niña a otra niña? Ahora Mali, no hagas más preguntas y recoge tus cosas, es hora de que te vayas y empieces a vivir la vida que te corresponde.

Así fue como salí del orfanato, a los 16 años, en busca de una familia que ni siquiera conocía, que no sabía ni con quien ni a donde llegaría. Solo estaba segura de una cosa, mi vida cambiaria, no regresaría a un lugar al que me obligaban llamar “hogar”.

No subí al tren, en lugar de eso anduve por la ciudad en un taxi, tratando de asimilar todas las palabras que dijo la madre Superiora, no sabía aun si debía dirigirme o no a esa mujer que me habían dicho era mi madre, y ¿si era una mala mujer? Después de todo me había abandonado. Llegue a la dirección marcada en la hoja, era una casa con fachada blanca, no muy grande pero se veía que no faltaba nada.

Toque el timbre y una señora como de 30 años me recibió con un beso y un abrazo

- Pasa hija, te estábamos esperando

- Perdón, tu… ¿tu eres… mi madre?

- Oh no, no. Soy Lina, tu tía, pasa te presentare al resto de la familia

Al llegar a la parte trasera de la casa, me di cuenta que habían organizado una recepción para mi, era una verdadera fiesta de cumpleaños, mi primer fiesta de cumpleaños.

¡¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS MALINALY!!! Pintaba en la decoración, y justo en la mesa que había debajo, había muchos regalos, solo para mí. Una mujer de unos 32 años se acerco a mí.

- Bienvenida hija mía, bienvenida a tu casa, bienvenida a tu familia, bienvenida a tu hogar

Y era verdad, ya estaba en mi hogar, mi verdadero hogar. Y esa mujer… era mi madre